Santander, 21 de julio de 2021- En situaciones de crisis global que requieren soluciones científico-tecnológicas, como la reciente pandemia del coronavirus, es común que surjan debates en torno al derecho a la propiedad intelectual y, en este caso, los límites que se imponen entre el mismo y el derecho a la salud. Distintas organizaciones internacionales y gobiernos han pedido en los últimos meses la liberalización de las patentes de las vacunas contra la Covid-19 como forma de cubrir la demanda mundial. La Oficina Española de Patentes y Marcas (OEPM) está haciendo un valioso esfuerzo por explicar el funcionamiento real de la propiedad industrial y su necesidad para el desarrollo de la innovación.
“No serían concebibles determinados avances en materia de salud sin la existencia de un derecho de patentes”, ha explicado José Antonio Gil Celedonio, director de la OEPM, dependiente del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo. “La mayoría de las vacunas que ahora mismo vemos contra el coronavirus se basan en conocimientos técnicos que se han adquirido como consecuencia de patentes anteriores. La tecnología ya conocida ha posibilitado un desarrollo tecnológico aún más novedoso”.
La actividad innovadora, tanto pública como privada, consume una cantidad de recursos tan elevada que presenta la necesidad de incentivos económicos para su sostenibilidad. La propiedad industrial es una de las garantías para que empresas, organismos y universidades apuesten por la investigación y puedan decidir de forma autónoma cómo explotar después sus soluciones innovadoras. Una herramienta fundamental para el crecimiento de la economía del país, su competitividad y sus exportaciones.
“Las patentes, lejos de poner diques al derecho a la salud, lo fomentan”, asegura el administrador civil del Estado, que dirige esta semana el seminario de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) Propiedad industrial y gestión. Visión tras la pandemia. Un curso centrado especialmente en la protección internacional de las patentes relacionadas con la salud y los problemas de política pública en la gestión de las mismas.
No obstante, el director de la OEPM subraya que los estados y las organizaciones internacionales pueden tomar posiciones más activas a favor del derecho a la salud, “que es un derecho que nosotros no podemos sino respaldar de una manera evidente”. Las flexibilidades que pueda incorporar el sistema, dice, son el verdadero debate, y no tanto el de la exención automática de las patentes. “De nuestra aproximación al actual sistema y la flexibilidad del mismo dependerá el éxito para enfrentar futuras pandemias o crisis climáticas, que también requieren de una respuesta tecnológica”.
Propiedad industrial tras la pandemia
La pandemia ha dado un impulso al desarrollo de la innovación protegida y al uso de la propiedad industrial en España. Por primera vez en 10 años ha crecido la solicitud de patentes, al tiempo que se incrementaban de manera importante los modelos de utilidad, con los que también se protegen innovaciones técnicas.
Gil Celedonio atribuye esto a dos fenómenos fundamentales. Primero, que durante la pandemia “se ha visto que la ciencia y la tecnología son muy importantes para luchar contra los problemas de nuestra sociedad”, algo que se ha reflejado en el rápido desarrollo de las vacunas. Segundo, como estrategia empresarial y de los centros públicos de investigación en los meses de parón, durante los que pudieron “tomarse un respiro de su actividad ordinaria y repensar su cartera de derechos de propiedad industrial, para ver precisamente que tenían determinadas oportunidades y acciones a desarrollar”.
De estos últimos meses, explica el director del seminario, el sector ha sacado varios aprendizajes. Por un lado, y como prioridad, que el sistema de patentes tiene que ser mejor comprendido por la población general. “Es muy fácil recurrir a este tipo de discursos en el cual una varita mágica soluciona todos los problemas pero, lamentablemente, sabemos ni en el ámbito de las patentes ni en otros muchos ámbitos esto es posible”. Además, puntualiza que el sistema de patentes debería estar más conectado con las prioridades públicas. En esta pandemia, por ejemplo, donde han tenido un papel muy relevante la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Mundial del Comercio (OMC), “el sistema de patentes tiene que pasar a formar parte del bagaje de estas organizaciones, para que las decisiones globales que se tomen, que luego se replican por los gobiernos nacionales, estén mejor informadas y se hagan de una manera más adecuada”.