Santander. – El profesor de investigación del Instituto de Catálisis y Petroleoquímica del CSIC, Miguel Ángel Bañares, ha dirigido el curso Retos de los procesos químicos en el siglo XXI que se ha celebrado estos días en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, una cita académica que, como resume, se ha fundamentado en que "la química está totalmente implicada en nuestra vida y sociedad, y hemos querido poner esa realidad en perspectiva". Ha apuntado que "todo empezó, en el fondo, con una gran explosión demográfica que tuvimos hace cien años y el motivo de esa explosión fue precisamente un proceso químico catalítico: la fabricación de amoniaco". En este contexto, ha explicado que "hace cien años se desarrolló un proceso para fabricar amoniaco en cantidades ingentes, y eso es lo que ha permitido fabricar fertilizantes en cantidades enormes, y lo que ha propiciado alimentar a una población como la que tenemos a día de hoy". Además, ha indicado que "si hay tantísima gente, concretamente seis mil millones de personas, es precisamente gracias a la química, y más concretamente a la catálisis".
El profesor ha señalado que "la propia catálisis garantiza la purificación de aguas y de aire, lo cual nos permite vivir mejor. Somos cada vez más gente, vivimos más tiempo y tenemos unos hábitos que nos hacen consumir más materia y más energía. La tecnología química es responsable de tanta población; una paternidad responsable nos obliga a proporcionar la tecnología que nos permita seguir viviendo como especie". Aunque por delante hay grandes desafíos: "Vivimos en un gran desequilibro porque no estamos reponiendo todo lo que consumimos, y vamos a colapsar". Además, recuerda que "estamos viviendo de combustibles fósiles, cada vez más escasos". Ante esta situación, ha señalado que "por un lado hay que optimizar el consumo de estos combustibles fósiles, pero por otro necesitamos utilizar fuentes alternativas de energía". Bañares ha explicado que "los renovables a día de hoy son muy caros, por lo que se necesita apoyo institucional para poder desarrollar tecnologías que los hagan de verdad viables", y ha matizado que "solo con renovables colapsaríamos, por lo que hay que desarrollar otras tecnologías".
Así, uno de los propósitos principales es "optimizar el consumo energético". Para este experto, "centrar todas las tecnologías en las renovables puede que no sea rentable, y puede que incluso gastemos más energía en producir el combustible renovable que la que nos va a dar; hay que explorar todas las alternativas".
El profesor ha indicado que "donde más energía se consume es en el transporte, y si lo optimizamos estaríamos mejorando muchísimo". Ha explicado que "en este momento el sector del transporte es quizá el que más se aproxima a las previsiones de los desarrollos tecnológicos que se hacían hace diez o quince años". Además, "estamos empezando a ver vehículos eléctricos, que siguen consumiendo energía, pero son muchísimo más eficaces que los motores de gasolina o de diésel".
Bañares también ha indicado que "la industria química es el sector que más energía consume, y optimizar un proceso químico supone optimizar una cantidad de energía y materiales enorme". El objeto último de este seminario era abordar esa cuestión, pero desde un punto de vista muy amplio, porque, en palabras del profesor, "tenemos muchos retos tecnológicos por delante, de los que algunos no son viables económicamente y necesitan un apoyo institucional hasta que sean rentables, y otros necesitan incluso que la sociedad los demande y se haga partícipe". Por eso, ha pedido "complicidad", porque cambiar de combustibles fósiles a otros supone un esfuerzo. Además, ha indicado que "este ritmo no es sostenible. Tenemos que aprender a ser eficaces o a vivir más modestamente".
En palabras de otro ponente del curso, Gerhard Mestl, "está en nuestra naturaleza, somos herederos de la edad de piedra: estamos hechos para reaccionar cuando tienes un peligro inminente". Bañares añade que "cuando un problema no es inmediato, sino que es a treinta o cuarenta años vista, no reaccionamos". Opina que eso es lo que nos está pasando con los transportes: "Seguimos usando el coche y emitiendo mucho CO2, por lo que hay que concienciar a la gente y hay que establecer un marco adecuado".
En este contexto, ha indicado que cuanto menos dependamos de energías fósiles para transporte, mejor, porque además, entre otras cosas, así se libera el uso del petróleo. Según ha explicado, "hay un muchos productos que se hacen del petróleo y, agotado el petróleo, nos quedaremos sin ellos". Concretamente, "más del 90% del petróleo se usa para quemar como combustible y si logramos desplazar este uso, vamos a tener suministros para plásticos, detergentes, bolígrafos, ropa y medicina, entre otros, durante mucho más tiempo". Bañares ha expuesto que "no hay que renunciar al petróleo, hay que aprender a utilizarlo de la mejor manera".
Otro aspecto que también se ha estudiado en el curso es que la propia catálisis cambia las reglas del juego y permite otros desarrollos. Para el profesor, "optimizar el consumo de petróleo en un país puede cambiar la balanza comercial. Miles de millones de euros que pagamos o dejamos de pagar, por eso podemos pasar de superávit a déficit en un año".
Otro aspecto que es muy importante en la tecnología química es el advenimiento de la biotecnología, que al principio estaba restringida a fermentaciones, como la cerveza, vinos y que se ha ido generalizando. A día de hoy, un 7% de los productos fabricados están basados en biotecnología, biocatálisis, enzimas y diferentes procesos. Y no solo la producción, sino la propia remediación de contaminantes, como por ejemplo plásticos que no existían hace treinta años. "Ya existen bacterias y enzimas que degradan plásticos", desgrana el experto, quien añade que "una vez que ese "bicho", en un sentido genérico, se ha comido el plástico, ese pobre "bicho" se convierte en alimento para otros y entra en la cadena de carbón, cadena trófica normal, es decir, ya no es un residuo. Lo mismo ocurre con los vertidos de crudo y de petróleo, existen también bacterias que se comen el petróleo. Cuando una bacteria se come el petróleo, se está convirtiendo en biomasa, incorporándose al plancton, que después comerán los peces. Con lo cual eliminas el contaminante generando un alimento para el medio marino".
Fotografía: UIMP | Esteban Cobo