Santander, 25 de julio de 2022-. “El prestigio de la lengua de signos, hoy por hoy, no es equiparable al que disfrutan las lenguas orales”. Así lo ha declarado María Luz Esteban, directora del Centro de Normalización Lingüística de la Lengua de Signos Española. Esteban es una de las docentes del curso de verano ‘Diálogo abierto sobre derechos lingüísticos y culturales: la protección de la lengua de signos española en contextos multilingües’, que se celebró la semana pasada en el marco de los cursos de verano de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP).
El curso entronca con la celebración del XV aniversario de la aprobación de la ley 27/2007, que reconoce legalmente la lengua de signos española y la lengua de signos catalana. No obstante, Esteban asegura que “la implementación, la difusión y el velar por los derechos lingüísticos de las personas sordas y sordociegas, no han sido efectivos” y, por ende, nos encontramos en el momento de hacer “un análisis de la situación” de los derechos lingüísticos, como se está realizando en el curso de verano de la UIMP.
“La lengua de signos pertenece a una comunidad que es minoritaria, pero que también está minorizada, y eso ha dificultado la consolidación en nuestro país”, ha afirmado Esteban. No obstante, esta situación de “vulnerabilidad” no está tan marcada en aquellas comunidades autónomas donde existe una mayor variedad de lenguas y el bilingüismo es una situación más normalizada, como es el caso de Cataluña o el País Vasco.
Aceptación social de la lengua de signos
A pesar de que aún existe un recorrido para que la lengua de signos española alcance el estatus de las lenguas orales, María Luz Esteban asegura que, en los últimos años, se ha notado “un gran cambio a todos los niveles”, legislativo y social.
Según explica la directora del Centro de Normalización Lingüística de la Lengua de Signos Española, ha habido un aumento exponencial en el aprendizaje de la lengua de signos como segunda lengua. En concreto, cada año, se trabaja con un número aproximado de 10.000 personas oyentes que quieren aprender la lengua de signos.
“Existe un interés social manifiesto”, asegura Esteban. Un interés que se entrelaza con la necesidad de continuar trabajando para equilibrar el estatus de la lengua de signos española.