Santander.- Los miembros de la compañía teatral Kulunka Teatro, Iñaki Rikarte, Garbiñe Insausti y Eduardo Cárcamo imparten el Taller de máscara expresiva, que se realiza durante esta semana en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP).
Los miembros de la compañía han explicado que han planteado un taller no a través de una técnica, sino que trabajarán a través de “nuestra propia experiencia”, como ha comentado Rikarte. El único requisito previo que han pedido a los alumnos es que trajesen una propuesta de vestuario y objetos a través de la cual trabajarán a lo largo de la semana.
El perfil de los asistentes está esencialmente relacionado con las artes escénicas como han comentado en las presentaciones. Entre los asistentes se escuchan muchas voces que admiten “no haber trabajado con máscaras nunca”. Entre las motivaciones de los alumnos destaca la de una actriz y psicóloga que admite haberlo hecho tras conmoverse con una función: “Sin palabras consiguió llevarme a la emoción”. Una historia como la de André y Dorine, la obra sobre una pareja de ancianos con la que Kulunka Teatro ha llenado de magia los escenarios de todo el mundo.
Los tres miembros de Kulunka se sinceran ante los alumnos al admitir que “nunca hubiésemos pensado que terminaríamos haciendo una compañía con teatro de máscaras”, como comenta Insausti. Para Rikarte, la clave está en que tenían “la necesidad de contar una historia” y por ello, buscaron “la manera más eficaz de expresarlo”. Así, la compañía desde el principio apostó por la máscara expresiva como su seña de identidad y ahora durante esta semana cuentan su experiencia en la UIMP. Rikarte ha avanzado a los alumnos que al principio con la máscara estarán muy limitados: “No seréis conscientes de lo que hacéis”, ha asegurado. Así, ha incidido en la importancia de “los ojos que nos observan desde fuera del escenario”.
La primera sesión del curso ha comenzado con un aparentemente sencillo ejercicio de improvisación. En el centro del escenario hay un billete y cada participante debe cogerlo y salir de escena después. Ya en este ejercicio se ve que cada alumno le da a este momento dramático un toque distinto. Y es que “de alguna forma se crea una microhistoria alrededor”, como comenta Rikarte a sus alumnos. Esta escena cotidiana sin importancia cobra especial significado en estas improvisaciones, y es que, como comenta una de las asistentes, “nadie va vacío por la vida, algo tienes que estar haciendo”. Para Rikarte resulta esencial reseñar lo diferentes que resultan estas escenas cuando se tiene en cuenta al público que está en el escenario mirando, frente a cuando se tiene en cuenta la ‘cuarta pared’ y se actúa como si no hubiese público.
Crédito Fotografías: Esteban Cobo UIMP