Santander.- Fiel amante de los cuentos de hadas con los que "se ha guardado la memoria del relato", el escritor Gustavo Martín Garzo, que participa en los Martes Literarios de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), se siente muy cómodo escribiendo historias fantásticas, un género que "no abandonará nunca" a pesar de que en su próximo trabajo, que verá la luz a principios del próximo año, lo haya dejado de lado para hacer una historia bíblica: la de Abraham e Isaac desde el punto de vista del hijo.
"Una puerta cerrada es literatura porque obliga a preguntarse qué hay detrás", ha afirmado el Premio Nacional de Narrativa en 1994 por El lenguaje de las fuentes que a lo largo de su trayectoria ha demostrado, en varias ocasiones, que domina el juego de la imaginación: "El objetivo de la literatura es entrar en todo lo que se calla y permanece oculto en cada uno de nosotros, y está esperando a que se despierte. Un buen libro debe golpearnos, cuestionarnos, llevarnos a territorios desconocidos de los demás y de nosotros mismos", ha afirmado. En su opinión, "al hombre no le basta con vivir su vida y constantemente se llena de preguntas", cuestiones como de dónde viene o por qué existe la muerte que "alimentan la obra de grandes escritores".
Aunque ha reconocido que es ajeno a la realidad aumentada, el autor de Mi querida Eva o Las historias de Marta y Fernando siente inquietudes cuando ve jugar a un adulto a Pokémon, lo que le hace plantearse que "se ha creado una sociedad infantilizada". Esta serie de juegos son solo una parte importante de las diferentes distracciones, que al parecer de Martín Garzo dificultan la lectura, un sector que vive un momento de crisis: "España siempre ha sido un país poco lector, pero últimamente es muy poco inusual encontrarse con alguien que lea un libro", ha apuntado tras explicar que se trata no de una crisis de creadores, sino de lectores: "Uno tiene que leer solo, en silencio, y desde ese retiro puede entrar en ese mundo, lo que es difícil de conseguir en un mundo lleno de estímulos", ha destacado.
El autor vallisoletano se ha referido a la literatura como "defensa de la memoria" y ha subrayado el poder de esta para hablar con los muertos: "Si coges Cien años de soledad, la voz de García Márquez te llega", ha declarado. La sociedad, dice, ha dado mucho de espalda a la muerte: "En seguida hay que quitarse el muerto de encima, los borramos del mapa porque nos inquietan y nos obligan a prestarles atención". Estos fantasmas a los que hace mención Garzo forman parte de su trabajo en el que destaca las novelas juvenil, un término que "no termina de entender": "No estoy pensando en ningún momento que lo que escribo sea para los jóvenes. Parece que es a los niños a los únicos que les interesa, pero pobres de los adultos que no se interesen por la fantasía", ha concluido.
Fotografía: Esteban Cobo/UIMP