Santander.- “El diseño racional y la síntesis de sistemas complejos que estén basados en sistemas biológicos previos, o inspirados en la Biología, para la obtención de funciones de interés terapéutico o biotecnológico, o para el desarrollo de funciones que no están en la naturaleza”. Esa sería la definición de Biología Sintética de Germán Rivas, que junto a Rafael Giraldo, ambos profesores de Investigación del Centro de Investigaciones Biológicas (CIB) del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), dirigen la V Escuela de Biología Molecular y Celular Integrativa. Fronteras en Biología Sintética, que se celebra esta semana en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP).
Giraldo, por su parte, añade a esa definición que el objetivo es “conseguir simular la Biología con componentes no naturales”. El también profesor de Investigación del CIB-CSIC ha asegurado que la Biología Sintética “es posiblemente, no solo una de las ramas de la Biología más en la frontera, sino sin duda la más creativa. El único límite es la imaginación. Esto tiene unas vertientes aplicadas potenciales” -e insiste en subrayar potenciales-, “muy importantes: biomedicina y salud, medio ambiente, o biocombustibles. “Hay una gran esperanza en la Biología Sintética”, ha acentuado.
Tal y como especifica Giraldo, esta rama de la Biología “trata fundamentalmente sistemas moleculares”, en tres estadios. El objetivo es reconstruirlos, “primero de manera citomimética, que reproduzca el estado natural, a partir de piezas desensambladas. El segundo estadio trata de modificar los sistemas para implementar e introducir nuevas funcionalidades, y por último la cuestión es la de ser capaces de hacer algo totalmente nuevo y sintético”, ha explicado.
Uno de los ejemplos es el de la artemisinina, uno de los mayores agentes anti malaria que existe. “Ha habido un grupo que con una cierta eficacia ha podido reconstruir toda la ruta metabólica complejísima de síntesis de este componente, que es imposible hacerlo in vitro por química orgánica tradicional, y lo ha construido en microorganismos, utilizando técnicas de ingeniería metabólica de Biología Sintética”, ha precisado Giraldo. Sin embargo, ha subrayado que “ese es un caso único. El resto son aplicaciones en sistemas concepto, muchas veces celulares en bacterias, en células de mamífero en cultivo, o como mucho en algunos sistemas de ratón”.
Por eso, el codirector de la Escuela, ha mostrado cautela, aprovechando la participación de Lluis Montoliú, investigador científico del CSIC en el Centro Nacional de Biotecnología y participante en esta quinta edición. “De una manera tremendamente honesta manifestó las limitaciones que hoy por hoy tiene el sistema CRISPR, por ejemplo. Estamos muy lejos de tratar enfermedades monogénicas, las más sencillas, por lo que las enfermedades más complejas, como los cánceres, aún están mucho más lejos”, ha establecido.
A pesar de todo, el profesor de Investigación del CIB-CSIC ha expresado que el mundo científico está ahora en un camino “que promete llegar a tratar esas enfermedades. Es posible que llegue, pero queda tiempo, creo que la sociedad tiene que estar expectante y apoyarlo, pero ser muy paciente”. Una paciencia que también ha reclamado Rivas, que ha asegurado que “si se crean falsas expectativas, puede generar frustración en la sociedad, que la gente piense que realmente se le está engañando cuando no es el caso”.
Pero la aplicación de la Biología Sintética va más allá del mundo de la salud. Esta rama ofrece, según Giraldo, potencialidades para conseguir variedades de vegetales más resistentes a plagas, a condiciones de frío o sequedad, o más productivas, así como biocombustibles más eficientes o la generación de nuevas rutas metabólicas en los organismos ambientales que puedan degradar la presencia de contaminantes como el petróleo, los metales pesados o el plástico. “En caso de que funcionen, probablemente el hecho de que se traduzcan en productos de valor añadido va a ser más rápido que en el caso médico, que lleva muchísimo más tiempo”, ha apuntado en este caso Rivas.
Y en el debate ético de las posibilidades de modificación genética que ofrece la Biología Sintética, ambos lo tienen claro. “Una cosa es curar enfermedades monogénicas, que probablemente sea lo primero que se podrá atacar, y otra es ir a puramente cosméticos”, ha matizado Giraldo, en referencia a la posibilidad de elegir las características de un recién nacido, por ejemplo. En este sentido tanto Giraldo como Rivas coinciden en señalar a la sociedad: “Es ella la que tiene que autorregular la ciencia. Tiene que haber un diálogo entre la sociedad y la ciencia, que en definitiva está orientada al conocimiento y al bien común”.
Y en este diálogo, es también importante la divulgación. “El periodismo científico ha ganado en los últimos años en rigor. El problema es que por encima del periodista científico, está el editor o jefe de sección, que es el que impone”, ha señalado Giraldo, en referencia a titulares sensacionalistas y que en ocasiones llevan al equívoco. Sin embargo, ambos han subrayado que el diálogo entre sociedad y ciencia además de “necesario”, puede ser “muy fructífero”. Y quizá así “haya más apoyo social” hacia la ciencia y la investigación, ha concluido Rivas.
Fotografía: Esteban Cobo | UIMP 2018