Santander.- Los expertos Patricia Muñoz del Hospital Universitario Gregorio Marañón, Ángel Asensio del Hospital Universitario Puerta de Hierro, Jordi Nicolás Pico del Hospital Mutua de Terrassa y David Cantarero, vicepresidente de la Asociación de Economía de la Salud y profesor titular de Economía Aplicada de la Universidad de Cantabria han participado en una mesa redonda, moderada por Natividad Calvente, Policy Communication & Corporate Affairs de Merck Sharp & Dohme España, con motivo del encuentro Antibióticos, economía e innovación que se celebra en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP).
Durante el panel, Muñoz ha destacado que “estamos acostumbrados a medir el coste directo, es decir, aquel que deriva directamente de tratar, diagnosticar y controlar las infecciones”. Así, ha indicado que “entre el 60% y el 80% de estos costes directos derivan de un exceso de estancia hospitalaria”. Además, la experta ha subrayado la importancia de medir los “costes indirectos para los pacientes, para las instituciones donde pueden ser derivados y para la sociedad”. En esta tarea, tal y como ha explicado Muñoz, la herramienta utilizada en el caso de los pacientes es el índice DALYs (Disability Adjusted Life Years).
Sobre esto también se ha pronunciado Asensio, quien ha señalado que “el coste aproximado del tratamiento antibiótico para pacientes infectados supone alrededor del 19% del coste hospitalario”. Asimismo, ha incidido en la dificultad de extraer cifras en este asunto, mencionando los factores que influyen, tales como: los tipos de infección, de patógeno, de plan que se aplique a cada paciente, así como su estado de salud, donde también hay que tener en cuenta que las infecciones multirresistentes son más prevalentes y alargan la estancia hospitalaria.
A continuación, Nicolás se ha referido a la proporción de consumo de diferentes fármacos. “Si miramos el top diez de consumo, no aparecen antibióticos”. Frente a esto, ha apuntado, “si no hacemos nada, en 2050 la causa de muerte por resistentes estará muy por encima de la oncología”.
Posteriormente Cantarero ha subrayado la “evidencia” de que el consumo de antibióticos aumenta la esperanza de vida. Según este experto, que ha extrapolado esta realidad a la economía, “los costes indirectos no siempre se incluyen en el gasto”. Por su parte, el especialista ha propuesto la implantación de acuerdos público-privados “como salvaguarda para tratar de equilibrar coste y gasto”.
Sin embargo, el vicepresidente de la Asociación de Economía de la Salud ha explicado que desde una perspectiva económica es “bastante complicado que el sector público con los recursos actuales asuma los costes de los procesos”.
En esta línea, Nicolás ha ofrecido fórmulas para sufragar dicho gasto: “Podemos llegar a acuerdos entre hospitales o por tratamiento”. Aunque ha recalcado que “lo primero es asignar los recursos, que sabemos que son necesarios” y, posteriormente, “intentar tener contratos innovadores”. También ha advertido que estas iniciativas se encuentran en proceso de maduración y que seguirán esta vía, cuyo objetivo final “es conseguir tratamientos más baratos y más eficientes”.
Por su parte, Cantarero ha indicado que los sistemas de pago actual “poseen un retorno insuficiente porque no promueven I+D ni un uso adecuado de nuevos antibióticos”. De modo que la variación y la tendencia a la resistencia antimicrobiana “genera incertidumbre y, a su vez, riesgo financiero”. A esto se suma, ha añadido, que los ensayos clínicos “son caros y difíciles de desarrollar”. Finalmente, el experto ha asegurado que “en I+D el pilar básico son los incentivos y la necesidad de coordinarlos”.
Créditos fotografía: Juan Manuel Serrano | UIMP 2018