El científico Manuel Carlos López expone pautas para el diagnóstico y seguimiento de pacientes con Chagas

Santander.- El investigador del Instituto de Parasitología y Biomedicina López-Neyra (IPBLN) de Granada, Manuel Carlos López, ha participado en el encuentro Enfermedades emergentes y reemergentes en Europa. De la investigación básica a la aplicada, que se celebra esta semana en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP).

En el IPBLN, uno de los centros más antiguos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha explicado, se llevan a cabo estudios sobre una enfermedad “estigmática” que afecta a más de 10 millones de personas: la enfermedad de Chagas.

Durante su ponencia, titulada Pautas recomendadas para el diagnóstico y seguimiento de pacientes con enfermedad de Chagas, el científico ha informado sobre el conocimiento que “da luz a las diferentes fases de la patología” para poner a disposición de “las actuaciones del clínico”.

El mal de Chagas, provocado por el parásito Tripanosoma cruzi, se propaga por la picadura de los insectos redúvidos o triatominos, comúnmente llamados chinches. Aunque es considerada una enfermedad de la pobreza, endémica en 21 países de las Américas, no sólo está circunscrita a Sudamérica. En España, de hecho, se cifra en “50000 casos actuales de personas infectadas” y “la realidad actual es que es una enfermedad de nuestro entorno que tenemos que combatir”.

Tras una pincelada sobre esta dolencia, López ha explicado que el agente causante, el Trypanosoma cruzi, afecta a todo tipo de células y es de “alta capacidad infectiva y adaptabilidad, lo que dificulta su control”. Respecto a las fases de la enfermedad, el científico ha señalado la fase aguda, de seis u ocho semanas, “difícil de diagnosticar”, y la fase crónica, que ha sido el eje de la ponencia. Esta última, es en la que centra sus estudios y en la cual hay una “zona asintomática (de 10 a 30 años)”, con una serología positiva pero con una ausencia de síntomas, y otra en la que un 40% de los afectados “pasan a tener alteraciones cardiacas, digestivas o neurológicas medibles”.

La cuestión es que en cierto momento, del trasiego de la infección a la patología, el “sistema inmunológico infectado, pero no enfermo”, que permanece en un “equilibrio” gracias a la capacidad de “control del parásito”, de repente sufre una “ruptura sutil”, que hace que la severidad de la enfermedad aumente.

En este punto, el Trypanosoma cruzi pasa a “multiplicarse y desarrollar resistencias”. Y en su perjuicio, los métodos de control de este agente infeccioso “están muy denostados y todavía no hay algo que funcione de forma fantástica”. El tratamiento farmacológico es “eficaz y recomendable en la fase aguda, mientras que en fase crónica está cuestionado”. Además, ha añadido, las limitaciones son “la toxicidad de los tratamientos actuales y la falta de testigos de la eficacia terapéutica” por lo que es “necesario establecer los criterios que permitan tomar la decisión de a quién realizar tratamiento en la enfermedad de Chagas”.

En la zona asintomática, ha indicado, es donde los clínicos “tratan de asignar el tratamiento del paciente”, algo que no es “tan sencillo” aunque, conforme va mejorando la tecnología, se comienzan a “encontrar alteraciones” en las personas asintomáticas. Para el investigador, “se está avanzando enormemente la línea de búsqueda de mecanismos inmunoterapéuticos o enseñar al organismo a enfrentar esta enfermedad”, es decir, “buscar vías de control”. Además, ha indicado que es “necesaria” la identificación de marcadores porque “los PCR no son suficientes”.

 

Fotografía: Juan Manuel Serrano | UIMP 2018