Santander, 25 de agosto de 2021- Casi el 80 % de los estudiantes preuniversitarios que participan este año en el XX Aula Ortega y Gasset de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) —seleccionados por su sobresaliente expediente académico— son mujeres. Curiosamente, las seleccionadas en esta edición, tienen planes de comenzar carreras de ciencias. Paradójicamente, las juntas directivas de las compañías científico-tecnológicas españolas mantienen una clara hegemonía masculina. Soledad Murillo, exsecretaria de Estado de Igualdad y profesora en este seminario, lo explica como “una apropiación de privilegios”.
“Las denuncias por parte de ingenieras están haciendo posible que nos demos cuenta de que la ciencia no es neutra,” ha explicado la socióloga. “Por eso hay científicas que están hablando de problemas como que los algoritmos los diseñen varones. Resulta llamativo, por ejemplo, la matemática estadounidense Cathy O'Neil, donde se plantea que los algoritmos han privilegiado rostros con trazabilidad masculina frente a la femenina a la hora de conceder ciertos servicios”, comenta.
En opinión de Murillo, el problema de las empresas es pensar que las mujeres “tienen un conflicto de conciliación entre vida profesional y familiar”, siendo éste en la actualidad un país con una baja natalidad. “Esto es un enorme prejuicio que expulsa a las mujeres de acceder a un sueldo que les dé independencia”, alerta. Como obstáculo añadido, la ex política señala que, aunque las alumnas de este curso de la UIMP logren tener una independencia económica gracias a sus exitosas carreras científicas, tendrán que luchar también por la independencia emocional. “Esto es clave para que puedan tener su proyecto de vida sin renunciar. La renuncia es una traición a uno mismo”.
En este sentido, la crisis socioeconómica que ha desencadenado la pandemia ha dejado en evidencia muchas de las renuncias que hacían mayoritariamente las mujeres en nuestro país para poder dedicarse a los cuidados de hijos y mayores. “Para cuidar de esa manera hace falta una cooperación necesaria y es que tú te creas que ese papel te corresponde a ti. Desertar del cuidado va a ser la nueva revolución, por lo menos la máxima transgresión”.
Igualdad de la mujer en España
Soledad Murillo es hoy una figura de referencia en el ámbito de la igualdad. Ocupó el cargo de secretaria general de Políticas de Igualdad en el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero durante la legislatura en la que se aprobaron la Ley contra la Violencia de Género (2004) y la Ley de Igualdad efectiva entre Hombres y Mujeres (2007); formó parte del Comité CEDAW (Comité Antidiscriminación de la Mujer) de Naciones Unidas; y volvió una década después a trabajar como Secretaria de Estado de Igualdad en el primer mandato de Pedro Sánchez.
Con esa experiencia a sus espaldas, Murillo asegura que el feminismo ha tenido muchas pluralidades y contingencias en nuestro país, pero que va a volver a recuperar la unión que lo ha caracterizado. En referencia a la recientemente presentada Ley para la Igualdad de las Personas Trans: “Es cierto que cualquier tipo de proyecto de ley tiene que pensar en cómo va a afectar a otras leyes,” ha dicho. “En España somos 1.200.000 mujeres más que hombres, somos la mayoría, y es importante que si hay otras minorías se sumen, pero que no resten ningún tipo de reivindicación que se haya conquistado hasta ahora”.
Poniendo las distintas épocas en retrospectiva, la socióloga afirma que cada vez hay más hombres igualitarios, “que necesitan también sentirse entendidos”. Si bien, hablando de compromiso, le llama la atención “que haya una asociación de hombres maltratados y no haya una asociación de hombres contra el maltrato”. Cuando en las redes hay un acontecimiento deportivo, recuerda, los seguidores son fundamentalmente masculinos, en cambio con los temas de los asesinatos machistas “todavía no hemos logrado que no sea un asunto de mujeres”.
Soledad Murillo, profesora abnegada por estimular y escuchar a sus estudiantes para lograr que pongan su grano de arena en pro de los derechos humanos, considera que la educación se utiliza como “un comodín” cuando se debate sobre la igualdad. En realidad, afirma “no se está tratando en las aulas lo que supone el respeto, que es que nadie te reste oportunidades en nombre del amor en ningún caso”.
Con todo, reconoce que España está muy avanzada en el ámbito de los derechos de las mujeres. “Nosotros hemos cambiado una ley electoral para que las mujeres estén en los cinco primeros puestos. Ni Alemania ni Holanda lo han hecho”, ha explicado. “Trabajar significa poner en una agenda políticas públicas al servicio de la población, no restar oportunidades de tiempo a una mitad de la misma”. Por ello, concluye: “Hay que tomar decisiones pensando en la agenda que te corresponde, en que los cuidados no dependan únicamente de la voluntad de las madres y las abuelas”.