El experto Pérez Pariente desarrolla la historia de la Química y la alquimia en la UIMP

Santander.- La Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) acoge el curso Química y alquimia. Historia técnica y cultural de las transformaciones de la materia que dirige el profesor de Investigación del Instituto de Catálisis y Petroleoquímica del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Joaquín Pérez Pariente. Durante el curso magistral, el docente realiza una exposición en paralelo de los dos aspectos, química y alquimia, a lo largo de la historia.

Como ha presentado Pérez Pariente, la Química entendida como disciplina académica surgió en el siglo XVIII, anteriormente se trataba de “guías prácticas artesanales” que tienen relación con la química. El desarrollo de estas prácticas artesanales junto a la historia de la alquimia son las protagonistas de este curso, cuyo objetivo es favorecer una “especie de dialogo” entre ambas. El ponente ha explicado que aunque las dos pertenecen al ámbito del laboratorio, las prácticas artesanales se ocupan de “operaciones de tipo material” mientras que la alquimia está relacionada “con objetivos espirituales y en un contexto de carácter religioso”.

El docente ha relatado el inicio de la alquimia en Egipto, en torno al siglo I de la era cristiana: “Los alquimistas desarrollan los primeros laboratorios, porque hasta entonces solo existían talleres de artesanos”. Estos laboratorios eran “un poco particulares”, ya que en ellos se llevaban a cabo operaciones “químicas” guiadas por una serie de principios filosóficos. Aunque el experto ha relacionado esto con lo que hace la ciencia moderna, ha incidido en una diferencia importante entre un laboratorio moderno y un laboratorio alquímico: “Los resultados de laboratorio nunca ponen en cuestión sus principios filosóficos, mientras que la ciencia moderna sí. En los laboratorios modernos, si los experimentos no coinciden con las historias previas, hay que elaborar nuevas teorías”.

Aunque la alquimia no está presente a nivel científico, “influyó en el desarrollo de la ciencia” ya que aporto operaciones, como la destilación con los alambiques, y teorías como la del alquimista islámico Geber, que pensaba que “los metales en la Tierra estaban formados por la conjunción de un principio de azufre y un principio de mercurio”. Pérez Pariente ha explicado que esos conocimientos “se discutían en las universidades y formaban parte del conocimiento académico de la época”, pero a partir del siglo XVIII la ciencia se desarrolla de forma “autónoma”, sin ninguna vinculación con la alquimia.

Actualmente, sigue habiendo alquimistas practicantes fuera del campo académico ya que “la alquimia no es solamente una práctica de laboratorio tiene una dimensión filosófica y religiosa importante”. Desde el punto de vista académico, el interés que hay por la alquimia es histórico.

Además, según el docente la alquimia presenta una connotación de carácter espiritual que atrae la atención de muchos artistas contemporáneos, lo que se refleja en sus obras: “la alquimia es una ciencia hermética que vincula el mundo, como lo conocemos, a una entidad de carácter espiritual y eso es lo que ha movido a algunos artistas a que se interesen por ella a lo largo del tiempo”. Entre algunos de los ejemplos que ha nombrado están Remedios Varo, pintora y creacionista española cuya obra está “bastante marcada” por la alquimia, y el pintor Pablo Palazuelo, cuyo arte tuvo una “dimensión hermética”.

Para completar el curso, Pérez Pariente ha presentado unas muestras de minerales para que los alumnos “se familiaricen con aspectos sensoriales” y así ponerse “un poco en la situación de una persona de la antigüedad que tiene contacto directo con esas sustancias y qué le llamó la atención de su aspecto físico y sus propiedades sensoriales”. “Para tratar la química, o en este caso procesos químicos, me parece importante que las personas comprendan que una buena parte de estos conocimientos son fruto de la experiencia y no solo gracias a una actividad intelectual”, ha explicado el ponente.

Créditos fotografías: Juan Manuel Serrano | UIMP 2018